Fecha: 30-09-2016
De Carmona a Gijón dando pedales en buena compañía.
José Ramón Castro Iglesias.-
Al amanecer del sábado, 3 de septiembre, cuando el sol tejía el velo dorado como fondo del
cabo Torres, la expedición del G. C. Buenavista pone rumbo a tierras andaluzas. Queda por
delante un día de autobús para ciclistas y animadores, que afrontan con ilusión.
Llegamos a Carmona, la de las cuatro culturas (y alguna más). Sobre un alcor, vigía y centinela
del amplio valle del Guadalquivir, en cuya planicie se pierde la vista hasta Córdoba la llana, se
esparce la populosa y abigarrada población, latente aún sus días judíos y moros. Desde la torre
de la puerta de Sevilla, esa que se asienta en cimientos tartesos, sobre los que dejaron su
impronta cartagineses, romanos, árabes y cristianos, oteamos el horizonte del ocaso, con el sol
tapado por una rojiza cortina de polvo sahariano: hace calor, mucho calor; y mañana hará más.
Domingo, 4 de septiembre. Primera etapa Carmona – Fuente de Cantos. 145 km.
Al amanecer pasa la carroza de bueyes con la Madre de Dios. Abriendo paso la banda y música
y en los silencios el sonido que hacen las pisadas en el empedrado cubierto aún de cera de la
ya lejana semana santa.
Despedimos el convento de la Madre de Dios, austero y correctísimo y el tren atraviesa los
latifundios de la vega, con el cereal segado o el algodón comenzando a enseñar sus bolas
blancas, con temperatura agradable de 20 grados. Cruzamos el Guadalquivir y pueblos como
Brenes, Burguillos o Gillena.
Hidratamos con cerveza y melón en la pausa de las Pajamosas. La temperatura sube
bruscamente y en frente tenemos Sierra Morena. Ahora el paisaje es la dehesa y una sucesión
de colinas que se suben pero no se descienden. El Ronquillo, incursión en Huelva por Santa
Olalla de Cala y entrada en Extremadura. Cuando paramos a comer en la Venta del Culebrín, el
calor es insoportable y hace mella en los ciclistas. Los acompañantes se funden en el grupo
después de su visita a Sevilla.
Todavía hay que ganar Monesterio para que las cuestas se conviertan en toboganes y
desaparezca el arbolado mientras Lorenzo se ensaña con el tren.
E ntramos en Fuente de Cantos escoltados por la policía local y somos recibidos por concejales
y técnicos de la Ruta. Fuente de Cantos, el pueblo blanco de aquel monje que pintaba monjes
blancos nos acoge en una fábrica de harinas reconvertida en agradable hotel. La visita al
museo de Zurbarán sacia también nuestros apetitos culturales.
Lunes, 5 de septiembre. Segunda etapa Fuente de Cantos – El Casar de Cáceres. 170 km.
El tren baja imperceptiblemente hasta el Guadiana por su vega, hoy predios de una incipiente
vitivinicultura que labora en el prestigio de sus caldos. Mañana agradable y primera pausa en
Los Santos de Maimona. Salen a recibirnos cicloturistas del pueblo y somos recibidos en éste
por concejales y técnicos de la Ruta.
Cuando llegamos a Mérida, la policía local nos guía el camino, atravesando el puente romano y
parque de la ribera del Guadiana para desembocar en el Acueducto de los Milagros, donde nos
esperan nuestros seguidores. Las monumentales arcadas de roca y ladrillo sirven de marco a la
recepción que nos ofrecen concejales y técnicos de la Ruta. Dos mil años dan fe del acto… y los cuarenta grados del irritado sol pacense. Cuando salimos, guiados nuevamente por la policía local, ya es la una y media y el calor aprieta asfixiante mientras ganamos el alto de las Herrerías y el merecido refrigerio y comida.
Hacemos los 60km después de comer y llegamos a El Casar de Cáceres, en plenas fiestas, donde nos reciben efusivamente concejales y técnicos de la ruta.
Martes, 6 de septiembre. El Casar de Cáceres – Béjar. 135 km.
Arranca el tren en agradable mañana por las dehesas cacereñas, pobladas de rebaños de vacas y garcillas boyeras. Bajamos al Tajo y bordeamos el enorme embalse de Alcántara, impresionando la fábrica de los dos superpuentes para salvar el Ave en los ríos Almonte y Tajo. Atravesamos el pueblo de Cañaveral y coronamos el puerto de los Castaños para, cruzando alcornocales, encinares y quejigales, entrar en Plasencia y ser recibidos junto a nuestros incondicionales por concejales y técnicos de la Ruta en recepción de la Casa de Cultura. Salimos por la Plaza Mayor, en pleno mercado y, rodando por dehesas cuajadas de vacas, luchamos contra la suave ascensión y el ya insoportable calor del mediodía, haciendo la parada para la comida en el límite entre Hervás y Baños de Montemayor, muy cerca de su embalse.
Atacamos el último reto del día, subiendo entre el frescor que la fronda de castaños y otra arboleda varia nos regala, hasta entrar en la noble Béjar por la ronda de Viriato, guiados por la policía local y siendo recibidos por el propio alcalde en el salón de plenos, en un acto de gran solemnidad. Posa el grupo para la posteridad con la corporación en el monumento que El Quijote tiene en la ciudad. Alojamiento en el hotel Colón, un referente en atención y profesionalidad.
Miércoles, 7 de septiembre. Cuarta etapa Béjar – Zamora. 155 km.
Estamos en la sierra, los calores se han tornado en 13 grados que el cuerpo, acostumbrado a ellos, encuentra fresco el ambiente. Coronamos el puerto de Vallejera y descendemos suavemente por el campo charro a alcanzar el Tormes. Antes de cruzarlo por el puente de piedra, hacemos la pausa en su orilla, con el impresionante marco de las catedrales y las torres de la Clerecía al fondo. Seguimos, ya acompañados de calor, por nuestra inseparable N-630 hasta el Cubo, por donde nos desviamos a Peñausende, refrigerando y reponiendo fuerzas con el buen yantar en la Becera. A Zamora es todo ya un marcado descenso, que con viento favorable, crea dificultades para mantener la disciplina del tren. A la entrada están esperándonos los Amigos de la Bici y la policía local, que nos dirigen, atravesando el Duero por el puente de piedra y llevándonos a la Plaza Mayor. En el salón de plenos de las Consistoriales somos recibidos por la corporación y técnicos de la Ruta. Después de la ducha reparadora nos ofrecieron un paseo guiado por esa joya que es Zamora, con unas explicaciones perfectas en contenido, rigor, amor al lugar y extensión. Todo medido y pesado. Una gran profesional Estrella. Revivimos los lugares que popularizó la película El Cid hace ya casi sesenta años y nos recreamos en el cimborrio de su catedral.
Jueves, 8 de septiembre. Quinta etapa Zamora – León. 170 km.
La travesía hasta Benavente por las llanuras de la Tierra del Pan zamorana se hacen placenteras. Una obra poco señalizada nos complica la entrada en la ciudad: al llegar al antiguo puente de piedra, está vallado por obras, teniendo que salvar el Esla por un carril habilitado en la autovía, que se corta y te manda por una pista sin asfaltar entre maizales. Finalmente entramos en Benavente y la policía local nos conduce al majestuoso paseo de la Mota, mirador de la vega del Esla desde su altozano. Allí nos reciben alcalde, concejales y técnicos de la Ruta. Fue como llegar a casa por su acogida y amabilidad. Guiados por la policía local, pasamos junto a esa joya románica que es Santa María, atravesando la localidad en plena celebración de mercado, a coger la N-VI y, por las vegas del Órbigo, llegar a la Bañeza. Durante el almuerzo en La Hacienda, El alcalde, que también es presidente de la asociación de municipios Ruta Vía de la Plata, acompañado del concejal de deportes, realizaron el acto protocolario con nuestro presidente, Jesús, quedando patente el afecto recíproco entre la Bañeza y el G.C.Buenavista.
En los sesenta km hasta León, el tren circula bien estructurado, por carretera tranquila hasta Hospital de Órbigo y por el arcén de la N-120 hasta la Virgen del Camino. La policía local nos espera para guiarnos en la entrada a León, por Ordoño II a la plaza San Marcelo y recepción en el histórico ayuntamiento. Después de la ducha, visita al centro de Interpretación del Romano en León, una visita que nos acerca a esa civilización que cambió el mundo y fue el embrión del actual León: la Legio VII Gémina y el descubrimiento de restos de la VI debajo de ella. León tiene mucho que enseñar pero para un asturiano resulta familiar y, para mí, esto fue novedoso.
Viernes, 9 de septiembre. Sexta etapa León – Gijón. 155km.
Amanece otro buen día aunque las tierras altas leonesas despiertan con un ligero rasca mañanero. Seguimos valle arriba el río Bernesga por tierras de Cuadros hasta la Robla. Aquí volvemos a nuestra vieja conocida, la N-630. Tiene mucho tráfico pero su buen arcén y la disciplina del tren permiten ganar el Pajares, salvando los múltiples túneles, sin mayores problemas. Justo superada la románica colegiata de Arbas, el azul del cielo desaparece entre una humareda blanca: apareció la borrina. La foto de familia de todo el grupo con las Ubiñas al fondo se truncó. Ya lo dice el cantar: Nel altu Payares/lleguen les nubes al suelu/por eso les payariegues/viven tan cerca del cielu.
Descendemos Pajares orbayando y con precaución, rehaciéndose el tren nuevamente en Puente los Fierros hasta el ayuntamiento de Pola de Lena donde nos acogen con afecto. Resaltar unas palabras del concejal: “las empresas de eventos vienen a hacer negocio y llevarse el dinero, hay que apoyar a los clubes que son los que trabajan desinteresadamente en sacar adelante las actividades”.
Bajo la capota de nubes, que se mantendrá hasta Gijón, llegamos a Mieres donde nos esperan los compañeros que salieron desde Gijón para acompañarnos y en la Xagosa, mientras reponemos fuerzas se produce el encuentro con el ayuntamiento, escenificado por dos concejales de la corporación y nuestro presidente.
Queda la difícil prueba de atravesar Oviedo. Los ciclistas dieron un ejemplo de cómo se circula en grupo, comportándose como experimentados “audax”. En Lloreda nos espera nuestra policía local. Por Tremañes, la Calzada, Poniente y la plaza del Marqués, la embajada gijonesa
por las tierras de la Vía de la Plata, entra en la Plaza Mayor, pasando bajo el arco de Gijón montado al efecto como bienvenida. Momentos emotivos y satisfacción en los amigos que nos esperaban, participantes y acompañantes.
En este cordial ambiente nos recibe el concejal de turismo y deportes, D. Jesús Martínez, mostrando la implicación que el ayuntamiento tiene en estos eventos. También nos da la bienvenida Luisa Ferrero, coordinadora de la Ruta Vía de la Plata.
En el Campo Valdés, bajo Octavio César Augusto, dejamos constancia de esta singladura.
Agradecer las facilidades y colaboración de todos los implicados: participantes, acompañantes, representantes de los ayuntamientos, técnicos de la Ruta Vía de la Plata y en especial a Luisa, que lo coordina desde la oficina de Gijón.